El ovillo gira, sirviendo hilo a la rueca de las mujeres sabias que rigen los principios y finales de la vida. La rueda del carro gira a toda prisa, amenazando con salir de su eje, llevando el ritmo acelerado que marcan las esfinges azuzadas por una mano urgente. Ruedan y saltan los oros pasando de mano en mano, girando por el suelo de un lugar a otro.
Gira lenta el agua pasando de una a otra mano de la templanza. Gira el tiempo. Cambia. Y con él vamos nosotras y nosotros rodando de año en año, cambiando. Dejando atrás y tomando lo que viene. Cambiando y permaneciendo. En equilibrio, si podemos, en la rueda. E intentando ser, en la medida de lo posible, felices